Por Lic. Hernán Alvarenga de Pedro (estudiante e investigador – Especialización en Industrias Culturales en la Convergencia Digital)

I. Momento de regulaciones

El 2020 presumiblemente será recordado como un punto de quiebre en la historia del siglo XXI. Por un lado, la pandemia del coronavirus y las medidas de cuarentena adoptadas por los países como medida sanitaria, aceleraron las transformaciones digitales de las economías en curso, pero por el otro, los grandes actores de la digitalización económica ya se encontraban en la mira de los organismos regulatorios desde el año pasado y esta última consagración reciente no ha hecho más que exponerlos en su vitrina de anhelos. O por lo menos este parece ser el camino que le tocará atravesar al monopolio conformado por las plataformas extractivas de datos denominadas GAFA.
La delgada atmósfera de opacidades que recubría el comportamiento de los gigantes tecnológicos parece haberse evaporado y sin ella los organismos regulatorios empezaron a comprobar los efectos nocivos de las prácticas extractivas de datos realizada por las gigantes tecnológicas. Hablamos de las investigaciones que recaen sobre Google (Alphabet Inc.) y Facebook, que sobresalen por las características de su modelo de negocio, pero estamos ante un mapa complejo que se extiende hasta Amazon, Apple, y reserva un lugar de privilegio para Microsoft, compañía que ya atravesó en el año 1998 una demanda de este tipo, por el ejercicio monopólico de su sistema operativo en las computadoras personales, combinado con su paquete de programas para la oficina.
Sin embargo el mapa no es el territorio, y en este caso, el territorio involucra a los organismos regulatorios de Estados Unidos (EUA), de la Unión Europea (UE), de Rusia, de Reino Unido, de China, de India, de Italia, de Francia, de Alemania, involucra a los medios de comunicación y a los anunciantes que financian el mercado digital, a los intermediarios publicitarios, a las compañías de telecomunicaciones y a los sindicatos de trabajadores, y, tras ellos, es esperable, involucre también a toda una legión, porque las injustas reglas de este juego transfieren sus costes a todo el conjunto de la sociedad, puesto que somos todos quienes nos vemos exigidos a jugarlo.
En este momento la situación en la que nos encontramos los actores del espectro digital a nivel global es un modelo de gobierno bajo el régimen de facto de las plataformas, que imponen su capacidad de gestión del sector por fuera de todo alcance normativo, impidiendo el surgimiento de la competencia de mercado, dañando a la sociedad toda.
El ensayista británico Nick Srnicek, reconocido por su “Manifiesto por una política aceleracionista” (2013) y por su ensayo sobre el Capitalismo de plataformas (2016), revelaba que el modelo de negocios de las grandes compañías tecnológicas estaba montado sobre una estructura que les permitía extraer y apropiarse de las rentas generadas por otras compañías al proveer sus servicios mediante las plataformas en las nube o plataformas de infraestructura para la comercialización de productos, haciéndose con grandes sumas del capital de todas las compañías dependientes de ellas para sus procesos productivos. Hay que tener claro que las plataformas son un proceso económico emergente tras una larga curva descendente en la manufacturación de bienes, como una manera de capturar y re-direccionar el capital hacia la dinámica económica dedicada a la minería de datos.

Order of magnitude de Ben Grosser

Pareciera ser que en este nuevo tiempo que se avecina, la figura algo debilitada de los Estados empieza a recuperar en parte esa centralidad perdida bajo el poder del “tecno-liberalismo”, para usar un término del filósofo francés Éric Sadin. No solo la ruptura de los monopolios asoma en el horizonte de lo posible, sino que bajo regulaciones locales pueda impedirse o prohibir el extractivismo desmesurado de las plataformas. Los organismos de control gubernamentales podrían imponer nuevas regulaciones que resguarden la privacidad de los datos de los usuarios y emprender acciones que permitan atacar la evasión fiscal de estas compañías, cuyas dimensiones no pertenecen a ningún régimen de explotación económica experimentada en el pasado, y devolver así un poco del inmenso capital capturado por este sector en forma de recaudación tributaria al sector público que viene siendo ampliamente depredado.

II. El feudalismo de los datos europeo

Vamos por partes, porque el tema requiere un abordaje extraordinario, y hoy debiera ser tema de tesis de las academias y los posgrados sobre Diseño y análisis de políticas públicas. La Comisión de la Unión Europea realizó una consulta pública –finalizada el 8 de septiembre– en el marco de la Estrategia de Mercado Digital Único que derivó en el proyecto de Ley de Servicios Digitales. En este marco tenemos que destacar al Cuerpo de Reguladores para las Comunicaciones Electrónicas (BEREC, por sus siglas en inglés), a la Red Europea de Operadores de Telecomunicaciones (ETNO, por sus siglas en inglés) y a la Asociación Global de Empresas de Comunicaciones Móviles (GSMA, por sus siglas en inglés), estas dos últimas emitieron un comunicado en conjunto en el que destacan lo siguiente sobre estas plataformas tecnológicas: 

  • Incurren frecuentemente en comportamientos que redundan en la imposición de términos y condiciones injustos.
  • Constantemente dan prioridad a contenidos de sus propias plataformas, servicios o publicidad (auto-preferencia).
  • Afianzan la posición dominante de una plataforma en mercados adyacentes por medio de la combinación de sus servicios en paquetes.
  • Restringen la interoperabilidad y acceso a componentes clave tanto de software como hardware.
  • Restringen la portabilidad de datos por medio de la falta de interoperabilidad de las interfaces de programación.
  • El efecto de estos comportamientos se exacerba por la falta de transparencia y el resultado de sus vastos efectos de red, que cuentan con activos de datos clave.

Estos son solo algunos de los comportamientos detectados por las investigaciones de estos organismos, por eso, ante la consulta pública efectuada por la Comisión de la Unión Europea, BEREC recomienda un marco regulatorio dedicado “ex ante” a las plataformas digitales, básicamente, un chaleco de fuerzas a medida de las gigantes tecnológicas, que permita la disminución del poder hegemónico que ostentan quienes han terminado convirtiéndose en las “guardianas” (gatekeepers) de Internet, adoptando prácticas abusivas con un impacto muy severo sobre la competencia en su entorno digital.
El esquema regulatorio planteado por BEREC requiere la definición de áreas específicas de negocio (buscadores, tiendas de aplicaciones, asistentes de voz), cuyos potentes efectos de red directos e indirectos resultan característicos, como también son significativas sus economías de escala y de gama, barreras de entrada y expansión y altos costos de cambio.
¿Y cuáles son los criterios para identificar a aquellas plataformas que requieren un control a medida? Todas aquellas que se convierten en un cuello de botella digital para una inmensa cantidad de usuarios finales. Aquellas que poseen recursos financieros y/o acceso privilegiado a mercados de capital. Aquellas plataformas que se organizan de forma tal de potenciar sus servicios y negocios adicionales. Aquellas que poseen acceso exclusivo o privilegiado a bienes de sus distintos negocios, lo que redunda en barreras a la entrada o expansión.
¿Y en qué consistirá esta regulación asimétrica para plataformas que ostentan un poder asimétrico? Principios básicos de obligaciones y prohibiciones, transparencia y no discriminación. Cuando sea necesario, remedios personalizados y proporcionados, incluido el acceso a bienes esenciales, la interoperabilidad de los servicios asoma como uno de ellos, la portabilidad de datos y los estándares abiertos por medio de APIs para garantizar ello, será el principio del camino.
¿Y cómo? BEREC recomienda la creación de un organismo o agencia independiente, que tenga atributos y competencias a nivel europeo y sea capaz de colaborar con las distintas autoridades.

III. Cómo domesticar el espíritu pirata

Con el estímulo de tener que preparar un volumen inabarcable de normativas y regulaciones tras el BREXIT que implicó su salida de la UE, el Reino Unido inició su propia investigación mediante la agencia de Autoridad de Competencia & Mercados (CMA, por sus siglas en inglés), a mediados del 2019 y tras poco más de un año de elaboración, publicó su reporte final sobre las plataformas online y el mercado publicitario digital

Fuente: Comscore MMX Multi-Platform, Población Digital Total, Escritorio desde +6 años, Celular desde +13 años, Febrero 2020, Reino Unido.Notas: Top 1000 dueñas de cuentas para el 83% del tiempo total consumido online.

El reporte consta de unas impiadosas 437 páginas y en ellas determina, por ejemplo, que el motor de búsquedas de Google absorbe apenas un poco más del 90% de las búsquedas en internet, siendo la puerta dorada por la que se ingresa al mundo online. Su posición de mercado le permite ofrecer precios en el mercado –la principal fuente de ingresos de Alphabet Inc es Google Ads– hasta un 40% más alto que los de su principal competidor, Bing (Microsoft), cae por debajo del 7%. Estos números se repiten de forma pareja para todo Occidente.
En el caso de Facebook, dueña de Instagram y WhatsApp –cómo suele decirse, pero por debajo de esas estrellas hay un imperio construido a base de adquisiciones de empresas que representaban una competencia en algún sector de su interés económico–, se destaca por acopiar más de la mitad de los ingresos publicitarios totales gracias a su posición privilegiada de mercado, con más de 3.000 millones de usuarios. Entre sus escasos competidores, se destaca YouTube, segundo lejos pero cómodo, con un acopio casi despreciable de un 5 al 10%, ya que YouTube cuenta con una audiencia de 1.500.000.000 usuarios mensuales y algo así como 30.000.000 de usuarios diarios, que suben poco más de 5.000.000.000 fotos diarias y miran contenidos durante aproximadamente 40 minutos diarios. Obviamente, los números de Facebook, son un poco mayores: 1.400.000.000 de personas consume 58 minutos por día alrededor de 8.000.000.000 de videos y suben unas 300.000.000 de fotos por día.
El informe detalla cómo las características compartidas por Facebook y Google en tanto plataformas hegemónicas de la economía digital publicitaria son la generación de efectos de red y la aplicación de una lógica de funcionamiento que impide la interoperabilidad de los códigos, forma contraria de organización al sector de las telecomunicaciones, por ejemplo, donde la interoperabilidad es un requisito formal.
La asimetría de poder entre las plataformas y los usuarios conlleva el contrato “por defecto”, donde los usuarios entregan el control absoluto de sus datos para su explotación económica. El reporte aconseja revertir esta condición que rige sobre la propiedad y organización de los datos.
Realmente vale la pena la lectura del informe de la CMA para un aprendizaje detallado del mercado. Y al igual que en el de la Comisión de la Unión Europea expuesto en el apartado II, en el “Reporte final sobre el monopolio de las plataformas online», también se recomienda nuevamente una legislación “ex ante”, a medida de ellas. Tal como expuso Martín Becerra allá por agosto 2020 en Anfibia, uno de los aspectos más destacables del reporte es que conecta áreas que habitualmente no son tenidas en cuenta para el diseño de las políticas públicas: la competencia, las barreras de entrada por concentración excesiva, la calidad de vida y el acceso a información diversa. Y es muy interesante con respecto a esto último, todo lo que tiene para decir el reporte sobre las fake news, las operaciones de desinformación y las responsabilidades inescindibles de las plataformas que monopolizan la explotación comercial de la comunicación.

IV. Perdiendo la localía

El monopolio de GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) es demasiado poderoso para el Congreso de EUA también, y por eso es necesario afrontar la tarea de romperlo. Para ello el esquema propuesto a utilizar será la acusación del Departamento de Justicia por violación de las leyes “antitrust” (anti-monopolio), esquema legal utilizado para romper la hegemonía de AT&T en 1974 y la de Microsoft en 1998 (Sherman Act).
Es esperable que las cuatro grandes tecnologías tengan que sentarse en el banquillo de acusadas, así como ya pasaron sus respectivos CEOs por las audiencias del congreso. Pero por ahora la elegida para dar inicio a esta lucha de titanes es Google –la acusación completa, acá.
En junio 2019 el Departamento de Justicia de EUA inició una investigación sobre Alphabet Inc, en un primer momento se creyó que las dudas recaían sobre el negocio de la publicidad digital, pero luego se reveló que el arco de la investigación abarcaba su posición dominante como motor de búsqueda y también en los dispositivos móviles por medio de su sistema operativo Android, el más instalado en el mundo, que además cuenta con un acuerdo de preinstalación en los dispositivos iPhone. 

Participación en el Mercado de Sistemas Operativos de Dispositivos Móviles a Nivel Mundial

Fuente: Investigation of Competition in Digital Markets – Majority Staff Report and Recommendations – Subcommittee on Antitrust, Commercial and Administrative Law of the Committee on the Judiciary

La extensa investigación comprobó que el dominio de las búsquedas en línea de Google alcanza al 90%, mientras que, en paralelo, se estudió su inserción en el ecosistema publicitario digital, donde su participación retiene el 30% de cada dólar invertido –acá el informe de la Comisión completo.
Facebook, de acuerdo al reporte del comité, se perfila como el siguiente en sentarse en el banquillo de los acusados, ya que su dominio sobre el mercado de las plataformas sociales tiende a consolidarse a medida que madura, favorecido por el control de los efectos de red. Los usuarios de los productos de Facebook, por ejemplo, pasan más tiempo en Facebook (48,6 minutos), que en Twitter (21,6 minutos), o Snapchat (21 minutos), según data de mercado proveída por Facebook en 2018. Claramente los productos de Facebook tienden a tener un poder de atención más inmersivo que su competencia. Entre sus diferentes productos, Facebook Inc. posee más de 3.000 millones a nivel mundial, solo en EUA se estima que el 70% de los adultos utiliza sus productos, con lo cual su posición en cuanto a noticias y publicidades se torna esencial. Las históricas compras de sus rivales más pequeños durante esta última década, será un agravante cuando llegue su hora de enfrentar la acusación por violación de las leyes antimonopólicas. En el caso de Amazon, quien acaba de recibir una denuncia de la Comisión de la Unión Europea por el uso de la big data y la violación de las leyes antimonopolio, también está en la mira del Departamento de Justicia de EUA por acaparar el 40% de las ventas del sector de e-commerce, como también por la utilización de la big data para el desarrollo de sus propios productos, que luego pasan a competir con los de otras empresas que requieren del uso de su plataforma para comercializarlos. Y también está bajo la mira Amazon Web Services, su plataforma de servidores en la “nube”, sector en el que compite con amplia ventaja con Google y Microsoft. Apple por su parte es cuestionado principalmente por su feed del 30% de suscripción para la mayoría de los servicios proveídos por desarrolladores externos. Al igual que a Amazon, se les cuestiona ser las dueñas de plataformas de comercio, al tiempo que representan una competencia por el desarrollo de sus propios productos para las empresas que utilizan sus plataformas para comercializar los suyos.
Para David Cicilline, titular de la Comisión Antimonopolio de la Cámara de Representantes, el escenario es claro, estas gigantes tecnológicas “tienen demasiado poder”, lo cual les permite establecer precios predatorios por sus productos, o arrastrar a sus usuarios a comprar productos adicionales, ejerciendo su poder de manera destructiva y perjudicial con el objetivo de seguir expandiéndose.
¿Cuáles serán las posiciones defensivas que adopten las plataformas frente a estas acusaciones? Argumentativamente se vienen respaldando en que “ser grande no es malo, es necesario para sobrevivir en este mercado”. Pero financieramente, sirva esta publicación de guía para visualizar los miles de millones invertidos en el lobby político del Congreso en EUA.
¿Y Microsoft? Parece encaminarse a ser el gran beneficiario de prosperar estas acusaciones contra el monopolio GAFA, ya que es un competidor directo de ellos en muchos de los sectores, algo que viene intentando a lo largo de la última década, sin el éxito exorbitante que han experimentado estas plataformas.

V. Coda por una política aceleracionista

Cómo decantarán las múltiples capas que recubren al corazón de estas híper-corporaciones que han estructurado la «plataformización» de  nuestra vida cotidiana para luego absorber nuestros flujos vitales y productivos, es temprano para saberlo. Pero es claro que la hora asoma. 
En la literatura crítica reciente sobre la hegemonía de las plataformas extractivas de datos, son varios los que presumían que el momento de la regulación llegaría. Nick Srnicek, autor ya citado, precisamente en Capitalismo de plataformas (2017), advertía que más que regular la actividad de las plataformas, debiéramos hacer esfuerzos para crear plataformas públicas, cuya propiedad sea ciudadana y su control también, de forma que, sus procesos se mantengan al margen del aparato de vigilancia. De forma radical, estas plataformas podrían inaugurar un camino poscapitalista donde las utilidades producto de los usos de la data recolectada conlleve a una mejor repartición de los recursos y permita una participación más democrática en la explotación de su riqueza.
Geert Lovink, teórico holandés a cargo del Instituto de Culturas en Red, en su último libro, Tristes por naturaleza (2019), observaba que la data acumulada por estas plataformas ya había alcanzado su pico y de no imponerse un sistema restrictivo de recolección de datos para ellas, el valor de la data corría el riesgo de derrumbarse a cero, por sobresaturación de la oferta.
En la Argentina y en la región latinoamericana debiéramos tomar bien en cuenta la experiencia de este momento de regulación, llegamos por supuesto con demora en el desarrollo de la tecnología más avanzada, pero los impactos negativos que ella produce en el mercado digital y en el tejido social y productivo, no nos es ajena. También nosotros deberemos hacernos cargo no solo de la asincronía de los desarrollos, sino incluso de las asimetrías de poder.