[Fig. 1. Lovin Travel Dreams. Créditos de foto Guadalupe Arriegue, @guadalupearriegue]

Por Lic. Hernán Alvarenga de Pedro (Becario – Especialización en Industrias Culturales en la Convergencia Digital)

Investigadores del Media Lab (@mitmedialab) del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) desarrollaron una interfaz para soñar, Dormio. El equipo liderado por Adam Haar Horowitz ha presentado un dispositivo manual que permite la programación de los sueños por medio de una tecnología senso-auditiva, obteniendo avances significativos en la interacción con los durmientes y la intervención de su material de ensoñación.

Para la ciencia heredera de las corrientes de pensamiento más racionalistas del Iluminismo el sueño es un territorio extraño y olvidado en nuestra mente, un espacio inalcanzable. Por lo general las tecnologías se construyen para nuestro estado de vigilia, aunque un tercio de la vida transcurre mientras dormimos. Si bien, por supuesto, a lo largo del siglo XX ha habido todo un desarrollo en la demarcación de ese territorio como área de investigación de la mano de Freud y su concepción psicodinámica de los sueños, o los avances de J. A. Hobson y su hipótesis sobre la “síntesis de la activación y modulación de los sueños”, o bien, ya más cerca de nuestro tiempo, probablemente el área de mayor crecimiento, la ciencia neurocognitiva, donde se desestiman las funciones centradas en el valor semántico de los sueños para tratarlos como derivados de la necesidad de descanso del sistema neuronal y nervioso, focalizando en la función restauradora del dormir, que desde el nivel celular al nivel cognitivo posee un rol activo en el balance energético y el proceso metabólico del cerebro y el cuerpo. Mientras dormimos, el cerebro limpia la materia neurotóxica residual acumulada en el sistema nervioso a lo largo del día y aumenta el espacio intersticial entre las células, lo cual permite incrementar el intercambio del fluido cerebroespinal con el fluido intersticial.

No obstante, para el equipo del MIT, la tecnología desperdicia la oportunidad de ocupar ese espacio cognitivo único, imaginativo, elástico de los estados semi-lúcidos o ensoñaciones. La posibilidad de interaccionar con la materia de los sueños abre las puertas a su exploración y a la posibilidad de un aumento sustantivo del potencial creativo de nuestras mentes. La creatividad es un estado alterado de la conciencia: en un momento de invención, rompe fuera de la lógica y el razonamiento deductivo, alejándose de las rutas cognitivas familiares que estructuran nuestro entendimiento para hacer emerger un mundo nuevo de asociaciones fluidas. La neuroanatomía funcional identifica a la desactivación de la región prefrontal del córtex como necesaria para la alteración de los estados de consciencia que permiten un incremento de la creatividad. La baja actividad del centro del córtex permite una menor censura del pensamiento organizacional, lo cual posibilita que nuevas imágenes y sonidos afloren en libremente. El desafío para el equipo de Dormio es entonces cómo se pueden engendrar, direccionar y capturar estas explosiones para aumentar la creatividad. Sus avances en la investigación han sido presentados en una reciente tesis sobre TDI (por sus siglas en inglés, Targeted Dream Incubation).

[Fig. 2. Dormio-Sketches. Incubadora de sueños manual. Crédito de la foto Oscar Rosello, @o.rosello]

La técnica detrás de esta interfaz es una práctica conocida como hipnagogia (del gr. “hypnos”: sueño; “agagos”: conductor), y entre sus cultores más importantes de la modernidad, se encuentran inventores de la talla de Thomas Alva Edison y Nikola Tesla, por supuesto también en el mundo artístico ha sido una técnica recurrentemente utilizada desde el Romanticismo alemán por Novalis, pasando por Edgar Allan Poe y Mary Shelley, y por supuesto en gran parte por los surrealistas, entre los que destaca Salvador Dalí. La hipnagogia se caracteriza por una percepción distorsionada del espacio-tiempo, una fluidez de ideas asociativas espontáneas y por su fenomenología impredecible. Se trata de una experiencia híbrida en un territorio intermedio, donde salimos de nosotros mismos y empezamos a soñar, pero todavía mantenemos en parte la vigilia mental activa, es una puerta a través de la cual se introduce el mundo exterior en el sueño y el sueño en el mundo exterior. Mientras se van apagando lentamente las piezas funcionales de las áreas frontales –el hemisferio izquierdo cae dormido antes que el derecho–, los pensamientos racionales van dando lugar a los pensamientos alucinatorios.

La posibilidad de implementar la hipnagogia ocurre entre las fases REM (por sus siglas en inglés, Rapid Eye Movement) y NREM 1 (Non Rapid Eye Movement, subdivididos en tres fases NREM 1, 2 y 3). Dormio actualiza la técnica de la hipnagogia para funcionar como una incubadora de sueños, por medio de un guante robotizado, el cual posee un sistema de rastreo de las fases del sueño de los usuarios, con capacidad de interactuar con ellos. La interfaz monitorea tres bioseñales: los latidos cardíacos por minuto, la actividad electrodermática y las flexiones en los dedos. Estas bioseñales manifiestan las alteraciones que se producen durante el sueño y en su monitoreo reside la clave para prolongar la experiencia del sueño en el rango de las fases N1-N2. Debido al maremoto químico, eléctrico y cambios experienciales que se producen a raíz de la desactivación de las zonas cerebrales y la generación de la materia de sueños, el entrelazamiento de los ciclos REM y NREM es complejo, el ingreso a este estado dura varios minutos y ocurre en etapas, mientras descendemos a ese estado inconsciente llamado hipnagogia. Por medio de señales auditivas, que no son lo suficientemente fuertes para interrumpir el sueño, ni tampoco lo suficientemente débiles para ser ignoradas, Dormio retiene la actividad cerebral en la zona de hipnagogia, impidiendo su transición a la siguiente fase, NREM 2, la cual implica una mayor profundidad del descanso y por ello, una vez que el sueño ingresa allí, ya no es factible de ser direccionado. Estas señales auditivas son palabras claves que sirven de guía para el sueño inducido en el estado óptimo, por ej. “plataforma”, si quisiéramos inducir la idea de una plataforma a nuestros sueños.

[Fig. 3. Dormio. La interfaz para incubar sueños. Crédito de la foto Oscar Rosello, @o.rosello]

OPORTUNIDAD TECNOLÓGICA

La hipnagogia provee condiciones ideales para implementar tecnologías de Interacción-Humano-Computadoras (HCI – por sus siglas en inglés), que comunican, alteran y extraen información de los niveles de conciencia. El hecho de que se pueda interferir en la etapa 1 mientras todavía se está atento al ambiente auditivo es lo que sugiere la posibilidad de direccionar el contenido del sueño con una interfaz de audio. Re-direccionar el contenido cognitivo en el sueño puede reportar importantes beneficios para aquellos que padecen ansiedad, depresión, pánico crónico y otros tipos de trastornos asociados a la falta de sueño y la rumiación de pensamientos negativos, de acuerdo a los estudios de Dormio. Sus reportes muestran un aprendizaje del material y las tareas presentados previo al sueño, incluso en pacientes con amnesia, esto sugiere que los estudios de hipnagogia en profundidad pueden aportar a la comprensión de los mecanismos subyacentes a los cambios en la ansiedad, la memoria, la asociación fluida de ideas y la imaginación.

CAPITALISMO 24/7

Ahora bien, los avances del espectro tecnológico sobre el territorio de los sueños y la modificación de su profunda inutilidad y su inherente pasividad, debiera reportar algún tipo de alerta y resistencia de la sociedad organizada, puesto que, como bien apuntan Luc Boltanski y Ève Chiapello (2006), el nuevo espíritu del capitalismo implica que el conjunto de fuerzas que interactúan con el individuo lo encuentran constantemente ocupado, interconectado, comunicado, interactuando, respondiendo o procesando algo en algún medio telemático. Tal como hemos experimentado aceleradamente en estos tiempos de aislamiento programado debido a la pandemia de Covid-19, las fronteras del tiempo privado y profesional, el trabajo, el consumo y el ocio se han disuelto. Hemos ingresado por completo a un paradigma conexionista, donde la actividad ocupa el lugar de mayor jerarquía, hacer algo, moverse, cambiar, adaptarse, mutar, son valores supremos con un inmenso prestigio que contrastan frente a lo estable y permanente, asociados a la perenne inacción. Como afirma el teórico Jonathan Crary (2015), no estamos ante una transformación del modelo de actividad basado en una ética laboral, sino ante un modelo de normatividad completamente nuevo que, para su realización, requiere una temporalidad 24/7.

“La enorme porción de nuestra vida que pasamos durmiendo, liberados de una ciénaga de necesidades simuladas, subsiste como una de las grandes afrentas humanas a la voracidad del capitalismo contemporáneo”.

Jonathan Crary, El capitalismo tardío y el fin del sueño.

Frente a la experiencia de una temporalidad alimentada a base de una necesidad incesante de rentabilidad, el sueño es la única temporalidad humana que todavía no puede ser conquistada para su extracción de valor y, por lo tanto, una anomalía capaz de poner en crisis al presente, al menos un rato por las noches. 

Consideremos la metáfora del sueño colectivo, el sueño de los pueblos, ese espíritu utópico perteneciente a la época de los grandes relatos, en este presente fragmentario de temporalidades no lineales, ya no consigue interpelar a las grandes mayorías sociales, salvo por su diferencia, por aquello que viene a oscurecer, nunca por lo que permite imaginar. 

Todo aquello que ha sido erradicado o neutralizado de los demás ámbitos de nuestras vidas por medio de tecnologías que optimizan lo cotidiano, persiste inalterable en la vida de los sueños. Sin embargo, la tendencia de la disminución del valor de la fuerza de trabajo se asienta y junto con ella, el descanso y la salud de las poblaciones dejan de ser prioridades económicas, algo sobre lo cual pueden expresarse abiertamente tanto los seguros de salud como las fuerzas sindicales. Por eso el asalto al territorio de los sueños es una cuestión económica que no puede ser pasada por alto frente al proceso de desmantelamiento de la protección social, ya que es la última barrera natural que resta por traspasar en este capitalismo tardío. 

Llegados a esta instancia, nos es dado considerar que, tanto por su función reparadora como por su función imaginativa, el sueño tiene las horas contadas en este paradigma, por eso vale la pena recordar que él posee una materialidad forjada en una premodernidad agrícola que nunca termina de superarse por completo y bien haríamos en velar por su seguridad como un santuario de la potencia humana frente al determinismo tecnológico.