Por Hernán Alvarenga de Pedro

Este trabajo analiza qué habría después de la catástrofe, un tópico sumamente transitado por los discursos del entorno tecno-científico y explotado al máximo por la industria del entretenimiento. Se estudian casos sobre cambios en la producción y consumo de la información en el capitalismo de plataformas y la implementación de modelos predictivos que configuran a esta nueva sociedad liberal en occidente, donde la elección se torna un valor supremo que oculta la dominación y el control que operan sobre el sujeto, subalternándolo a la tecnología.

El abordaje de las Industrias Culturales (IC) desde la perspectiva de las Humanidades Digitales (HD) abre las puertas a una dimensión interdisciplinaria adecuada para problematizar la conexión entre el pensamiento de las humanidades y de las ciencias sociales con la tecnología requerida para la implementación de las plataformas sociales y de vigilancia que operan en el ciberespacio como el zócalo de una estructura social datificada, dando lugar a las relaciones de mercado denominadas como “capitalismo de plataformas” (Srnicek, 2017b), “capitalismo de vigilancia” (Zuboff, 2019). O bien, estableciendo una economía de las emociones basada en los afectos y en los gustos (Han, 2015), pero también basada en las cámaras y los micrófonos de los dispositivos, en los clics, en las pantallas y en los parlantes que “hipermodulizan” los estados de ánimo (Pettman, 2015).

Este nuevo modelo económico implica un proceso acelerado de extracción de valor humano a partir de la instauración de sistemas sensoriales que permiten la recolección permanente de información basada en el comportamiento; inmensos volúmenes de datos (Big Data) surgidos de la interacción de individuos con su medio al servicio de una inteligencia no humana (Inteligencia Artificial), capaz de analizar en tiempo real este comportamiento y enlazarlo con su huella digital empaquetada en la metadata; todo esto con el objetivo de asistir y/o incidir en la toma de decisiones de cada aspecto, y a cada momento, de la vida social. Esta tecnología aplicada sobre el cuerpo de la cultura nos obliga a detenernos frente a ella un momento; la palabra “cultura” (cultus, lat.) está asociada en su origen a la práctica de labrar la tierra, lo cual implica una actividad sostenida en el tiempo que da su fruto, por eso también estaba asociada al cuidado de uno y al modo de vestimenta, el cual tenía para los romanos una importancia supina, dado que la identidad y la pertenencia a un tipo de estamento permitía a algunos y prohibía a otros el uso de determinados tipos de telas; en un sentido religioso, la cultura refería al “alimento del espíritu” (cultus animi). Entonces, lo “culto” guarda para occidente una relación con el cultivo (actividad laboral), con el cuidado (espiritual) y con el adorno (vestimenta), esto último supone cómo se es percibido por la comunidad.

En nuestro presente la existencia social, nuestra cultura, se estructura sobre la base de un comportamiento continuamente asistido por “individualidades técnicas” (Sadin 2017), propiedad de las plataformas sociales y de vigilancia, lo cual nos exige repensar las herramientas teóricas y los marcos conceptuales que utilizamos para entender el mercado de las industrias culturales de ahora en adelante. La tecnología del machine learning implica que un algoritmo puede aprender, incorporar información a partir de “experiencias vividas”. De acuerdo a la mirada del filósofo francés Éric Sadin, lo que vuelve específicos a estos sistemas tecnológicos es que son capaces de “mejorar” mientras asimilan nuevos elementos en el transcurso de las operaciones que realizan y los efectos que producen, a fin de enriquecer constantemente su cualidad experticia (2020, 73).

La capacidad recursiva de volver sobre si mismos, modificar su código y perfeccionar su rendimiento, los convierte en “individuos técnicos”. La relación que mantenemos con ellos, el agenciamiento técnico producto de la arquitectura tecnológica necesaria para la digitalización y datificación de la realidad, implica una transformación radical en nuestros comportamientos, por eso tiene una importancia cabal abordar su entendimiento para nuestra área de conocimiento.

Hernán Alvarenga de Pedro es investigador de la Especialización en Industrias Culturales en la Convergencia Digital de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, proveniente de la Licenciatura en Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es escritor y guionista de ficción y documental para cine, televisión y radio, además de explorador de narrativas transmedia. Entre sus proyectos de cine se destacan El sonido de los tulipanesYenú KadeDamiana Kryygi y En el cuerpo, todos estrenados en salas nacionales. Se interesa por la filosofía de la técnica.