Por Araceli Catalano

El trabajo se propone actualizar la interpretación del fenómeno de la pornografía mainstream en la era digital a partir de las nociones de archivo y efecto documental.

Aunque la pornografía se perfilaba como un discurso humillante y peligroso para las mujeres hacia la década de 1980, la dimensión de este problema se reconfiguró a partir de la combinación de tres fenómenos. En primer lugar, el acceso masivo a internet le permite llegar a una gran audiencia fácilmente y a bajo costo. En segundo lugar, la globalización y financierización de la economía catalizó su transformación en una industria mundial. Por último, la profundización de la desigualdad social y económica le garantiza la disponibilidad de “niñas y mujeres jóvenes vulnerabilizadas por la falta de hogar, por antecedentes de abuso sexual o por la trata” (Jeffreys, 2011, pág. 81).

Para describir y analizar el contenido de la pornografía mainstream se tomó como caso de estudio el sitio Pornhub, por su relevancia en Argentina y en el mundo. Se ha considerado la pérdida de audiencia y de gran parte de su contenido después de la exposición mediática de que distribuía abusos sexuales comprobados en diciembre 2020.

Se conceptualizó la pornografía mainstream como un dispositivo visual que dispone en el mismo plano el deseo, el dominio y la violencia. Con una estética dominada por la crueldad, el daño, el sadismo y la explotación, la pornografía crea un lugar simbólico donde están codificadas las funciones de las mujeres en lo relativo a la sexualidad (Cobo Bedia, 2020, pág. 32). 

En relación a las herramientas de análisis, se consideró que el régimen escópico actual está determinado por la imagen-pantalla y condiciona los dispositivos de visualización que funcionan como archivos digitales donde se organizan y distribuyen las imágenes de lo que puede ser visto. La noción de efecto documental, que puede acontecer o no en función del conocimiento extratextual del espectador, se tomó como marco para interpretar si los videos del sitio pueden leerse como documentos constitutivos de ese archivo pornográfico. Particularmente, el foco en el conocimiento extratextual de las y los espectadores permitió indagar en cómo el consumo de pornografía dura puede resultar intolerable al empatizar con la mujer o niña en escena mientras que su público soporta o disfruta esas imágenes violentas. En este sentido, se entendió que la evidente carga real de las escenas permite una lectura de las filmaciones como registros de violencias reales más que ficcionales. Se subrayó que lo se ve en las películas pornográficas son hechos que realmente están sucediendo a las mujeres filmadas, y las consecuencias que sufrirán son también reales a pesar de ser divulgados como ficciones.

En este trabajo sobre la pornografía mainstream se toma una perspectiva crítica, pero esta no debe confundirse con la que surge de la moral religiosa porque no se condena aquí la exploración sexual per se. Lo revulsivo en la pornografía actual son precisamente los límites que impone a esa exploración acotándola solo a una forma hegemónica donde la sexualidad queda despojada de toda conexión emocional y de la búsqueda de placer por, con y para otro en la intimidad de la relación entre las personas.

Las piezas que componen el repositorio de Pornhub mantienen una continuidad que permite suponer que las cohesiona un corpus de sentido inteligible. A partir del análisis y recuento de las escenas de agresiones y humillaciones, se ha explicado que la violencia dirigida predominantemente hacia mujeres funciona como organizadora de sentido de este archivo por sobre la imaginación de formas de transitar o explorar la sexualidad. Así, en la pornografía mainstream se organiza la explicación de la violencia contra las mujeres. La pertinencia de esta violencia aparece explicada tácita o explícitamente por la voluntad sugerida de quienes la reciben o por el disfrute manifestado al recibirla, aunque sea de manera inverosímil pues en muchos casos la reacción física de ellas evidencia el rechazo o desagrado. A su vez, en el análisis de las categorías basadas en la sexualización de la infancia, se observó que Pornhub despliega una cantidad tal de videos desafiando la regla del incesto que puede leerse como una intención deliberada de romper con ella.

La continuidad y repetición de su consumo actualiza en las pantallas la vigencia de un imaginario que reproduce la idea tradicional y misógina de la inferioridad de la mujer por naturaleza. ¿Por qué ellas desean dar placer incondicionalmente y aceptan -o hasta solicitan- a cambio recibir heridas y dolor? Pues los pornógrafos han articulado la respuesta a esa pregunta alrededor del a la idea de que esto es lo que las mujeres desean impulsiva, natural e irrefrenablemente. El contexto en que se inscriben los consumidores de pornografía es una sociedad machista en la que las mujeres no han conseguido aún emanciparse plenamente. La pornografía comunica un mensaje que dialoga fluidamente con otra multiplicidad de mensajes presentes en la cultura patriarcal.

Para poder ejercer violencia sobre alguien es necesario que el perpetrador haya deshumanizado a esa persona. En este sentido, la pornografía contribuye a despojar a las mujeres de su humanidad presentándolas como seres unidimensionales en su animalidad, siempre dispuestas al encuentro sexual sin mediar emociones o conexión sentimental con su compañero.

El 88% de la audiencia de Pornhub son varones. Se ha postulado que el contexto ético de las y los espectadores condiciona la posibilidad de generar conciencia documental desde que el conocimiento extratextual de la audiencia femenina no se limita al imaginario colectivo patriarcal. Vale decir, las mujeres deben intuir que el impulso de sumisión y deseo del dolor no tienen ninguna relación con la naturaleza de su sexo. La carga de lo real se hace presente ante la sola visualización de la tortura de las mujeres en pantalla con las que la audiencia femenina puede empatizar. No se requiere un proceso de profunda reflexión para rechazar el contenido que les propone la industria pornográfica. Posiblemente por eso solo el 12% del público de una de las principales webs de pornografía son mujeres.

En sociedades formalmente igualitarias, las mujeres han avanzado en la conquista de derechos básicos que empiezan a materializar oportunidades de vivir una vida plena e independiente habiendo accedido a la educación y al trabajo formal. Se puede postular que los sitios pornográficos funcionan como espacios donde consignar prácticas que recuerdan el lugar de sumisión de las mujeres. Así, la dimensión temporal orientada al porvenir propia del archivo coincide con la función que la pornografía viene a cumplir en nuestra sociedad, es decir, no se refiere necesariamente al pasado sino a más bien al presente y al futuro imaginable.